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  • Marcelo Legna

Genus 3: Jack Preston



Jack Preston andaba bajo la lluvia, hacia el punto de encuentro. Aunque ya era de día apenas había luz, las nubes oscurecían por completo el cielo. La ropa empapada se le pegaba al cuerpo.


Llegó antes de lo previsto al “Chocolate Express”. Empujó la puerta para entrar, haciendo sonar una campanita en el proceso. Una vez dentro se quitó la chaqueta y la sacudió. Pesaba, completamente empapada. Miró alrededor en busca de un lugar en el que sentarse.


El aroma a café y bollos invadía el lugar, extendiéndose desde detrás del mostrador, lleno de tartas, hasta la zona de las mesas.



Su pantalón goteaba el suelo al caminar por el establecimiento, así que se sentó en la mesa más cercana que encontró, pegado a la ventana. Sobre ella, un menú mostraba una copa de denso chocolate caliente, con varias bolas de helado en su superficie y algunas hojas de menta, con palitos de galleta tostada adornando el conjunto.


Dejó la empapada chaqueta en una de las sillas e intentó despegarse la camisa blanca. Suspiró al notar el aire caliente del interior del local colándose bajo la tela.


La vidriera que daba a la calle le devolvía el reflejo de su cara blanca, sus ojeras, y su chorreante pelo negro. Miró a través de su rostro y de las gotas que recorrían el cristal.


El sonido de la lluvia sobre el metal, salpicones de las ruedas en los charcos, bocinas, protestas de los ocupantes de los vehículos, arrancadas y frenazos. El estrés de la gran manzana invadía el ambiente de fuera, avivado por el agua. Casi resultaba agradable observar ese caos desde la comodidad del interior del local.


Enseguida se le acercó una camarera.


- ¿Va a tomar algo? ¿Café? -él no lo pensó mucho.

- Bien cargado -contestó asintiendo.


Mientras la camarera se marchaba en busca de su pedido se escuchó el tintineo de la puerta. Entró un hombre alto, vestido con vaqueros, una camisa a cuadros algo sucia que le quedaba grande, y un sombrero vaquero; la verdad es que tenía pinta de haber venido montado a caballo. Se le acercó y se agachó para ofrecerle la mano.


- ¿El Sr. Preston?

- Sí -respondió mientras recibía la mano, escudriñándolo.

- Richard Frisck, hemos hablado por teléfono.

- Sí, por favor, siéntese -Frisck notó la mirada de Preston.

- Disculpe mi aspecto, de donde vengo ésta es la ropa más apropiada, y no he tenido tiempo de cambiarme -por fin tomó asiento- Bien, iré directo al grano, hay una vacante en un proyecto de la B.Genetics que debe ser ocupada de inmediato.

- ¿Qué tipo de proyecto?

- No puedo hablarle de eso todavía, primero debe decidir si acepta el puesto. Sé que es poco ortodoxo, pero no puedo revelar gran cosa hasta que firme los documentos de confidencialidad.

- Pero, al menos dígame qué puesto cubriría.

- Tendrá el control de una parte del proyecto. Es un cargo de consideración y le aseguro que la compensación económica es más que razonable. Lo único que puedo decirle es que se trata de identificar y catalogar, entre otras cosas, nuevos especímenes encontrados hace poco, relacionados con su campo de investigación. Más tarde, si todo progresa como debe, se unirá a un grupo de investigación con el que trabajará conjuntamente. Bien, ¿qué le parece?

- ¿Investigando qué exactamente?

- Eso no puedo revelarlo todavía. Si no está dispuesto tendré que buscar a otra persona, es de vital importancia que se decida enseguida -hizo una pausa- ¿Y bien? Necesito una respuesta.

- Pues… -Preston dudó por un momento- No, lo siento.

- ¿No?

- ¿Esperaba otra respuesta con tan poca información?

- Debe entenderlo, se trata de información de la empresa que debe ser protegida con mucho celo.

- Lo entiendo, pero no puedo abandonar un puesto de trabajo, que ya tengo, por otro del cual no tengo ni idea.

- ¿Es su respuesta definitiva? -Jack no dijo nada, así que Frisck lo tomó como una afirmación- Bien, entonces seguiré buscando. No debo perder el tiempo -dijo levantándose de su asiento. Se encaminó hacia la salida, dejando a Preston mirando un respaldo vacío.


Jack dejó perder su mirada, intentando asimilar lo ocurrido, hasta que ésta se posó de nuevo sobre la imagen del chocolate especialidad de la casa. Escuchó el tintineo de la campana y levantó la vista. Frisck abría la puerta.


- Espera -susurró- ¡Espere! –repitió a un nivel audible, justo a tiempo de detenerlo. Richard le devolvió la mirada con un gesto de duda, sosteniendo la puerta- De acuerdo, acepto.

- Bien, sígame entonces, debemos irnos -respondió mientras salía del lugar. Jack se apresuró para alcanzarlo, cogiendo su chaqueta de un manotazo al respaldo, llegando cuando la puerta terminaba de cerrarse.


Seguía lloviendo a cántaros. Las gruesas gotas de agua lo golpeaban mientras corría tras Frisck, que se encaminaba hacia el coche, una limusina negra aparcada en la acera.


- ¿Quiere decirme a dónde vamos? -preguntó alzando la voz para que se le oyera sobre la lluvia.

- Al aeropuerto -respondió de igual forma.

- ¿Qué? -su sorpresa le hizo detenerse por un momento. Mientras, Richard ya se subía al coche, sin dejar tiempo a que el chófer saliera para abrirle. Entró con él, el sonido de la lluvia casi cesó al cerrar la puerta. Repitió la pregunta.

- ¿A dónde vamos?

- A las instalaciones de B.Genetics. Si salimos ahora tal vez lleguemos al almuerzo.

- Espere, aún no hemos hablado de mis condiciones, ¿qué pasa con mi trabajo en el hospital? No puedo dejarlo sin más -se detuvo al notar el movimiento del coche, el conductor se añadía al tráfico.

- He hablado con su superior, ya está todo listo. Sus condiciones las concretaremos más adelante, podrá discutirlo con el Sr. Edwards si lo cree conveniente.

- Pero…

- No se preocupe por ropa y demás, allá tendrá todo lo que necesite. Si le hiciera falta algo de aquí mandaríamos a alguien a buscarlo. Ahora lo importante es que comience cuanto antes.

- ¿Dónde están exactamente esas instalaciones?

- Esa es información restringida.

- ¿Así que no sabré a dónde voy?

- No hasta que haya firmado los documentos de confidencialidad, debemos proteger la información a la que va a tener acceso -Jack iba a volver a hablar pero Richard le interrumpió, antes de que su boca emitiera sonido alguno- Mire, si quiere bajarse del coche, hágalo, pero no me haga más preguntas, no podré responderlas hasta que firme esos documentos.

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