top of page
  • Marcelo Legna

Automaltrato y enfermedades crónicas


Hoy, por casualidad, he visto una lista de señales de auto-capacitismo (auto-discriminación debido a algún tipo de discapacidad), y me he sorprendido al ver que hacía prácticamente pleno. ¿Qué discapacidad tengo? En mi caso, esa nube permanente que me acompaña, es el asma. Y os preguntaréis, ¿es eso una discapacidad? (Sí, lo es) Pero yo me pregunto, ¿acaso importa? Para lo que nos concierne, realmente no.


El caso es que no puedo hacer (o tengo que tener cuidado con) cosas que para la mayoría de la gente son normales. Eso me ha traído ciertas consecuencias, con las que creo que se pueden sentir identificadas muchas personas, sobre todo aquellas con enfermedades crónicas. Supongo que sabréis, y si no ahora mismo lo averiguaréis, que el asma tiene grados. Igual que la alergia, que por cierto también tengo. Hay personas que simplemente estornudan si huelen una flor. Hay otras, que en primavera apenas pueden respirar y moquean indefinidamente, con los ojos llorosos, los párpados hinchados, un cansancio que llega a ser incapacitante, e incluso la posibilidad de que se te hinche y cierre la garganta, con el evidente peligro que eso supone (no es agradable, os lo aseguro). Además, las alergias fluctúan, a veces tienes reacciones graves, otras veces no tanto. En el peor de los casos, estas reacciones pueden llegar a poner en peligro tu vida. Y hablo sólo de la alergia, no del asma (que tiene, de igual forma, grados). En el caso del asma, tu cuerpo también reacciona a elementos que para otra persona serían inofensivos, aunque lo hace de otra manera (peor para mi gusto). Prácticamente cualquier cosa, desde el polvo de un cojín, hasta la humedad o el frío, pueden desencadenar dicha reacción. Además, un simple resfriado, o un dolor de garganta, se convertirán seguramente en crisis asmáticas, dejándote bastante inútil durante meses (os ahorraré la lista de síntomas, que es larga). Y así, sea cual sea el detonante, y en un derroche de estupidez biológica, tus bronquios se cierran (también hinchándose), para "salvarte" de ese polen inofensivo, privándote, por tanto, de oxígeno.


Poco tiene que ver con la enfermedad en sí lo que voy a comentar a continuación, pero entenderéis más tarde la relación. Os voy a contar diversas formas en las que me maltrato a mí mismo. Como tener nuevos síntomas y no ir al médico. Hacer algo que sé que me pondrá enfermo, y tardar semanas en recuperarme. Decirme a mí mismo que "mi enfermedad no me va a frenar", lo que hace que lleve al límite mi salud física. No pedir ayuda. Decirme que "otras personas lo tienen peor". No querer ser un inconveniente, restándole importancia a mis síntomas. Permanecer en sitios que me ponen literalmente enfermo. Fingir estar bien para no incomodar a los demás. Decirme a mí mismo que es normal lo que me ocurre. No tomar simples precauciones. Ignorar síntomas. Ir a sitios donde no debería ir. No avisar a los demás de que algo es malo para mí. Seguir haciendo cosas cuando realmente necesito descansar y recuperarme, hasta el punto de empeorar mi estado. Sentirme culpable por estar enfermo. Y un largo etc. Todos estos comportamientos han tenido graves consecuencias para mi salud. Así que, ¿por qué lo hago? ¿Por qué nos maltratamos (incluyo aquí a quien se sienta identificado) de esa manera?


La explicación es sencilla, porque hemos aprendido a hacerlo. Porque las personas que teníamos a nuestro alrededor, ya fueran familiares, profesores, o amigos, se enfadaban al decirles que no podíamos hacer "x" cosa, o que no podíamos ir a tal sitio. Por el de educación física que te obligaba a correr, diciéndote que el asma "son cuentos". Por el profesor que se ríe, incrédulo, cuando le dices que has faltado a clase, durante semanas, por una crisis asmática persistente y varias visitas a urgencias. Por la persona que te echa en cara que "siempre estás enfermo". Por la que se molesta porque no quieras estar en un sitio que te produce asma, o cerca de un animal que te da alergia. Por el que te dice que exageras, o te llama vago, por no tener fuerzas para levantarte de la cama. Por el que minimiza tus síntomas. Por quien no entiende que si dices que no puedes ir, porque tienes un ataque de alergia, no te refieres a un estornudo. Por quien directa, o implícitamente, te llama mentiroso. Porque hemos aprendido que nuestra salud física (y a veces mental) es menos importante que la comodidad de otros. En definitiva, hacemos esas estupideces por presión social. Y, por desgracia, las seguiremos haciendo hasta que aprendamos a aceptarnos como somos, y a hacernos valer. Tenemos que darnos cuenta de que nuestra salud está por delante de lo que nos digan los demás. Y si hay personas que no lo entienden, o no lo quieren entender, a lo mejor es lícito dejar esas personas a un lado, para que no molesten.


Escribo esto porque estoy enfadado, no con ellos, sino conmigo mismo. Estoy cabreado por ceder a esas presiones, y porque me cueste tanto ponerles punto y final. Así que escribo para recordarme que mi salud está por delante. Que no debo ceder a presiones absurdas. Y que, aquellos que te hacen sentir mal, o que eres un inconveniente, por tu enfermedad, son los que realmente tienen el problema.


Por todo esto, quiero decir a aquellos que sí se preocupan (por lo general aquellos que han sobrevivido a la purga de amistades), o que simplemente lo entienden y respetan, gracias. Y a todos los enfermos crónicos, cuidaos mucho y quereros un poquito más ;)

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page